Colombia, un país rico en diversidad de fauna y flora, vive un momento crucial en el desarrollo del turismo, dentro de esta economía en ascenso, existen riesgos inminentes tanto para las áreas urbanas como las rurales, en este caso nos atañe las consecuencias de un turismo cada vez mas masivo en sitios como la sierra nevada de santa marta, Malpelo, amazonas, caño cristales, entre otros, ecosistemas con una majestuosidad igual a la fragilidad de su equilibrio, puesto que las cargas no controladas, turistas inconscientes, y el afán de vender mas que de conservar, pueden poner en peligro nuestras riquezas naturales.
No todo son malas noticias, también existen una influencia positiva en la visita de nacionales y extrajeras a estas zonas, además de dinamizar la economía adquiriendo productos y servicios de las comunidades locales, también atrae la atención de los entes gubernamentales para la protección de dichas zonas, crea conciencia sobre la importancia de estos ecosistemas, en temas como el inminente cambio climático que experimenta el mundo, y como estas áreas de conservación se convierten en armas de defensa contra los efectos nocivos. Un ejemplo claro es el de las zonas afectadas por la deforestación, que en temporadas de sequía enfrenta incendios y cambio en sus ecosistemas y suelos.
El turismo debe entonces convertirse en una herramienta de protección, atreves de la educación sobre la importancia de nuestros tesoros naturales, educación que debe ser trasmitida a los visitantes, es ahí donde el papel del guía turístico se vuelve parte importante de un sistema mayor, aquel que, con medidas preventivas, crea políticas para asegurar la conservación.
